martes, 20 de enero de 2015

Día 350: Agua.



Las gotas de agua caían cuales balas de cañón disparadas desde el firmamento, rebotando contra el suelo hasta quedar suspendidas como partículas de polen cristalino flotando en el frio aire invernal. Luego, atraídas de nuevo a la tierra se fragmentaban arrojando secciones acuosas diminutas que también caían presas de la gravedad; este proceso de rebote y división se repetía infinitas veces, produciendo millones de gotas imperceptibles a la vista humana que se desplomaban hacía los charcos, tan ligeras que no podían penetrar más allá de la superficie del agua hasta que algún zapato, roca o el paso acelerado de alguien, generase un quiebre que las unía.  El espectáculo era inevitable: llovía por toda la ciudad. 

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