Me gusta dibujarte, repasar el contorno de tu cuerpo con la punta de mis
dedos, como si todo tu ser se ocultara al interior de mi mano y luego sale a
gotas para caer en el armazón de tu existir. Recorro lentamente el espacio
junto a mí, moldeando caderas firmas, labios carnosos, ojos que brillan a la
luz del sol, orejas pequeñas y curvas, un cuello largo, un pecho amplio, una
espalda fuerte. Me devuelvo por el camino ya trazado y con hábiles pinceladas
formó mechones de cabello que se alborotan con el viento de la tarde.
Cierro mis ojos y todo vuelve a empezar, dibujo con insistencia aquel
contenedor que guarda el corazón que tanto amo; a veces lo dibujo melancólico,
en tono sepia, a veces es fosforescente y me guía en la noche. A veces esta
dibujado a blanco y negro y a veces está pintado en acuarelas que se derraman
por mi cuerpo mientras construyo de apoco el tuyo.
Te dibujo constantemente, en cada cuarto de mi casa, en cada rincón de mi
imaginación, dibujo con terrible persistencia la imagen que guardo de ti en mi corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario