jueves, 8 de enero de 2015

Día 338: Indiferencia.


Al terminar la larga relación creyó que lo más difícil eran los primeros días, cuando el recuerdo de ella llenaba sus albumen, sus conversaciones familiares y con los amigos. Cuando se vio obligado a cambiar la rutina de agradables viajes y tarde en compañía a películas en soledad y libros de misterio.
Incluso se inscribió en clases de pintura y en el gimnasio, cambio su celular y se hizo un nuevo corte de cabello. De apoco recobró el curso de su vida, creyó que era posible seguir adelante, hasta el último viernes de junio, en una discoteca; donde le pareció ver como aquella chica que aun amaba se iba a casa con otro sujeto. Los siguió desde la distancia y al ver como subían a un taxi pudo advertir que se había confundido: no era ella.

Entonces una duda empezó a acosarlo, ¿Qué haría el día que la viera de nuevo? Especialmente si estaba con otra pareja, no podía negar que se sentiría celoso, ¿Y ella? ¿Qué pensaría ella? La idea le daba vueltas en la cabeza, no lo dejaba dormir e incluso le quitaba el apetito. La respuesta le llego el primer miércoles de agosto, cuando subió al autobús camino a su casa y se encontró de frente con ella, que regresaba a la biblioteca. Sus miradas se encontraron menos de un segundo pero fue suficiente para desgarrarlo: no había nada en su mirada, ni odio, ni nostalgia, ni cariño; sólo fría indiferencia y eso le dolió más que cualquier otra escena que hubiese podido imaginar. Ahora él no existía para ella. 

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