viernes, 9 de enero de 2015

Día 339: Auto


El auto se había apagado repentinamente en medio de la noche, Rodrigo no era precisamente una persona hábil en lo que a la mecánica hacía referencia.  Había destapado el motor pero no podía diferenciar que estaba bien o que estaba atascado en aquella colección de tuercas y grasa; decidió que la opción mas sabía era esperar por ayuda. Las luces del carro no encendían, convirtiéndolo en un trozo de densa oscuridad en medio del camino, puso los conos de emergencia a unos cuantos metros con la esperanza que se iluminaran al reflejar los faros de algún otro vehículo, pero siguieron en medio de la noche como obstáculos al acecho.
Un par de puntos luminosos aparecieron cerca al horizonte “Que bien” Pensó Rodrigo “No tendré que pasar la noche aquí” .Corrió en dirección a su salvador motorizado mientras agitaba los brazos y gritaba, pero el vehículo giro en una rotonda antes de verlo. La desesperación  se elevó un poco: aquella vía rural no era muy transitada, tal vez tendría que esperar por horas un auto que viajara en su dirección.
Una leve luz proyectó su sombra sobre el asfalto a medida que una vibración y el sonido de la carrocería se acercaban rápidamente, Rodrigo se giró rápidamente; había olvidado que la carretera era doble vía. No pudo ver mucho ya que todo su ser fue practicante proyectado hacia diferentes puntos al mismo tiempo, reventando como  un globo de agua contra el suelo.

A la mañana siguiente, un viejo granjero que iba de camino al pueblo pudo ver un auto aparcado en medio del carril opuesto y una gran mancha húmeda a unos cuantos metros de distancia. 

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