El auto se había apagado repentinamente en medio de la noche, Rodrigo no
era precisamente una persona hábil en lo que a la mecánica hacía referencia. Había destapado el motor pero no podía
diferenciar que estaba bien o que estaba atascado en aquella colección de
tuercas y grasa; decidió que la opción mas sabía era esperar por ayuda. Las
luces del carro no encendían, convirtiéndolo en un trozo de densa oscuridad en
medio del camino, puso los conos de emergencia a unos cuantos metros con la
esperanza que se iluminaran al reflejar los faros de algún otro vehículo, pero
siguieron en medio de la noche como obstáculos al acecho.
Un par de puntos luminosos aparecieron cerca al horizonte “Que bien” Pensó
Rodrigo “No tendré que pasar la noche aquí” .Corrió en dirección a su salvador
motorizado mientras agitaba los brazos y gritaba, pero el vehículo giro en una
rotonda antes de verlo. La desesperación se elevó un poco: aquella vía rural no era muy
transitada, tal vez tendría que esperar por horas un auto que viajara en su dirección.
Una leve luz proyectó su sombra sobre el asfalto a medida que una vibración
y el sonido de la carrocería se acercaban rápidamente, Rodrigo se giró rápidamente;
había olvidado que la carretera era doble vía. No pudo ver mucho ya que todo su
ser fue practicante proyectado hacia diferentes puntos al mismo tiempo, reventando
como un globo de agua contra el suelo.
A la mañana siguiente, un viejo granjero que iba de camino al pueblo pudo
ver un auto aparcado en medio del carril opuesto y una gran mancha húmeda a
unos cuantos metros de distancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario