lunes, 6 de octubre de 2014

Día 245: Ave.


Claudio se mecía producto del sueño, el motor del auto producía un leve ronroneo que lo arrullaba. Sentado en la parte trasera del auto, había pedido a un granjero que lo acercara al pueblo y este le había permitido viajar en el platón de la camioneta bajo que empezaba a mostrar algunas estrellas.
El auto dio una curva por una carretera rodeada de densos árboles que ocluyeron la luz del cielo dejándolo levemente iluminado por las farolas que comandaban el viaje. Un sonido empezó a brotar del lado del camino: eran alas agitándose en medio de los matorrales y pasos pesados que arrastraban la hojarasca seca a su marcha.
Un chillido agudo salió desde la derecha de la arboleda y una figura negra se resaltó ante la luz de los faroles del auto: Un gran buitre hacía centellear sus ojos y trinaba de nuevo mientras embestía el coche. Claudio se puso de pie y se aferró a la cabina, incrédulo de lo que sus ojos veían; creyó que el conductor iba frenar, pero para su sorpresa este aceleró con la esperanza de golpear al ave y llegar a salvo a su casa.
Los dos titanes se acercaban a toda velocidad, Andrés aceleró su vieja camioneta contra el Roc: ese monstruo había matado a mucho ganado y las recientes desapariciones de niños mostraban que el apetito de la bestia seguía creciendo. En el último segundo, la enorme ave gruñó de nuevo y extendió sus garras hacia el auto tomando al hombre que se aferraba al auto. El grito del hombre se extendió a la par que el llamado de Roc

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