El vieja ático de la señora Jones
estaba lleno de polvo y arañas, algunos muebles ocultos bajo gruesas lonas
descoloridas y pinturas que habían perdido su verdadero sentido tras varios
años de humedad y luz solar que se colaba por una ventana empañada.
La señora Jones había muerto la
semana pasada, había pasado los últimos años de su vida sola, renegando de los
hombres después que su marido se fugara hace veinte años con la mujer que
atendía un restaurante cercano. Por eso cuando un abogado contactó a German
para infórmale que él sería el encargado de disponer de los bienes de la
anciana, lo había tomado por sorpresa, siempre creyó que lo detestaba, especialmente
después de intentar acostarse con su sobrina.
El ático destilaba un olor a moho y
algo parecido al perfume de la vieja anciana que ahora estaba en una tumba en
50 kilómetros de distancia. German tardó todo el día en sacar las cajas llenas
de vieja ropa llena de hongos, un sofá que parecía estar relleno de arena y
algunos muebles rotos que sólo servían como basura. –“Tal vez este sea el
castigo de la anciana” –Pensó con amargura –“Obligarme a botar toda la basura
que acumulo en 20 años de soledad”.
El sol se ocultaba por los tejados
de las casas lejanas mientras German sacaba el ultimo objeto: un viejo baúl de
cuero, adentro se escuchaba el golpe de su contenido contra los lados del
mueble. Pensando que tal vez la anciana olvidase algunas joyas u otro objeto de
valor en ese lugar German abrió el baúl usando un destornillador que tenía en
el bolsillo.
Al ver el contenido German cayó de
espaldas y casi de inmediato bajo las escaleras de dos en dos, dejando la casa atrás,
aun con la puerta abierta. Cuando la policía llego, un par de minutos después de
una llamada llena de pánico, pudieron revisar el contenido del baúl: Era el
esqueleto de una persona, atada con cadenas, lo mas aterrador del cuadro, era
las marcas de arañazos que habían en la
tapa y paredes del cofre.
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