martes, 14 de octubre de 2014

Día 253: Grandioso.




Era un lugar en las entrañas de la tierra, básicamente era un cajón de tierra. Las paredes estaba húmedas y emanaban el inconfundible olor a lluvia fresca, algunas raíces entraban y salían generando muebles disparatados y contornos donde habían colgado algunas lámparas de aceite, dándole al lugar un extraño color sepia.
Habían al menos doce personas distribuidas a lo largo del lugar: un par jugaba ajedrez en una curiosa mesa hecha de raíces retorcidas. Un tercer hombre los veía jugar con sus ojos agudos y la mano en el mentón en un gesto pensativo como un tercer jugador. Otros estaba sentados en lujosos asientos victorianos impecables a pesar de la tierra a su alrededor, una pareja se besaba furiosamente en el fondo y una pareja de amigos reía en un gran sofá rojo.
-Pues no veo que tiene de bueno –Decía el de pelo corto y nariz respingada –Sólo huele a tierra y eso puedo encontrarlo sin pagar tanto.
-Ya verás –Dijo el alto de cabello largo mientras le golpeaba el hombro de manera amistosa –La diversión está por comenzar.
Un hombre vestido de traje descendió por la escalera en caracol que había al sur, sosteniendo una copa llena hasta la mitad, en cuanto entró a la habitación todos levantaron su vista: era obvio que era una persona importante, el dueño del club quizás.
-Hermanos –Dijo en voz potente: era alto y musculoso, tenía el cabello negro en un corte militar y su traje de corbata lucía inmaculado –Les doy las gracias por preferir mi humilde club, estamos siempre abiertos para ustedes. Sin más preámbulos el plato principal.
Un grupo de personas que obviamente estaban bajo la influencia de alguna droga entraron a la habitación, muchos se reían discretamente y movían sus manos como su bailaran una danza invisible. Los vampiros saltaron rápidamente sobre ellos desgarrando su carne y esparciendo la sangre a lo largo de la habitación pues rara vez podían darse un festín de esa magnitud con tal libertad. No hubo tiempo para gritos o suplicas, las vidas se extinguieron casi tan rápido como habían entrado. El joven de cabello largo levantó su cabeza con fuerza, arrancando un trozo de carne del cuerpo mientras buscaba a su amigo con la vista; cuando al fin lo encontró le gritó desde el otro lado de la habitación:
-¡Te dije que el club era Grandioso!

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