Llevaba ya un mes viviendo en la
vieja casa al borde del pueblo. La casa como tal no era gran cosa: los techos
goteaban, las puertas chirriaban, no había calentador, las escaleras al sótano
estaban rotas, los vidrios crispados y las tuberías olían a oxido y sal. Sin
embargo era el lote el que tenía potencial: estaba frente a un gran lago
cristalino, junto a un bosquecillo. Frente a la casa se extendía un gran jardín
con arboles frutales y todo era rodeado por una cerca de piedras de colores.
No quería mudarse allí en las
condiciones actuales de la casa, pero tras comprarla y gastar gran parte de su
dinero, no le quedó mas opción que vivir en ella hasta que pudiera hacer un
préstamo para derribarla y construir el hotel que quería. Desde hace unas
cuantas noches, la gran mansión dejaba escapar murmullos, suspiros en medio de
la noche y alguno queja en la madrugada. Siempre se lo atribuyo a la edad de la
construcción, pero desde hacía dos noches se escuchaba claramente como alguien
golpeaba el muro sobre el cama. Era el mismo sonido de alguien que toca la
puerta: tres golpes secos, brevemente distanciados que esperan respuesta.
Pasaron las semanas y los golpes empezaron a escucharse casi a todas horas, en
casi todas las paredes de la casa, el asunto era inquietante ¿Quién o podría
estar haciendo eso?
Victima de la costumbre, una noche
mientras veía televisión, se escucharon los golpes. Ante lo cual respondió
“Pase usted”, todas las puertas de la casa se abrieron al tiempo mientras seres
semitransparentosos inundaron las habitaciones: imágenes de seres a medio descomponer
o sólo esqueletos cuyos huesos sonaban con cada paso se hicieron presentes. En
el lago cristalino del patio se vieron extrañas criaturas como réptiles
ingresando y saliendo del agua con sus ojos grandes y brillantes. Bestias
peludas y olorosas comenzaron a salir y a correr desde el bosquecillo; una gran
ave negra se posesiono del jardín delantero lanzando chillidos desde el árbol
más alto. En el sótano se escuchó el arrastre de algunos cuerpos subiendo por
las escaleras rotas y los vidrios viejos y sucios empezaron a reflejar mujeres con vestidos antiguos y
vistosos.
Después de esa noche se obvio que la
construcción del hotel se canceló, pues al dueño actual se le vio corriendo en
medio de la noche, preso de una oleada de pánico, aun así el día de hoy se
pueden observar sombras y figuras que entran, salen y recorren la casa noche
tras noche.
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