La caída lo había desubicado, sólo había una penetrante luz blanca que le secaba los ojos y un pitido agudo que le perforaba la cabeza. Le tomo unos minutos darse cuenta que estaba tirado sobre el suelo mojado; la luz retrocedió poco a poco hasta establecerse en el cielo como una sola nube blanca que lo cubría todo.
El pitido no desaparecía, así que se llevó la mano al oído y notó que salía sangre por un corte sobre su oreja, un lento dolor de vísceras empezó a aparecer en la parte baja de la espalda y lo asoció de inmediato con un dolor de riñones.
El soldado observó el avión en llamas a lo lejos, preguntándose en qué momento logró llegar tan lejos. La noche empezaba a materializarse así que emprendió su camino siguiendo una pequeña columna de humo que se elevaba a la distancia; pronto observó un campamento donde algunos soldados parecían reír en torno al fuego, contando chistes y empujándose amistosamente mientras agitaban algunas jarras que derramaban líquido.
El soldado, agitó sus brazos mientras corría en dirección a los extraños en busca de ayuda. El sonido de sus llamados alertó a los soldados alemanes, quienes observaron confundidos como un militar ingles corría desarmado en su dirección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario