viernes, 17 de octubre de 2014

Día 256: Vidrio.


-La mataron, esto no puede ser accidente –El arrugado policía de cabello cortó sentenció mientras se arrodillaba junto al cuerpo que flotaba sobre un charco de sangre a medio coagular en la cocina del hotel.
-¿Esta seguro? Pudo haberse caído y golpearse la cabeza contra una esquina o caer sobre una copa rota o algo así –El administrador proponía inviables escenarios que permitieran al lujoso edificio seguir funcionando sin manchas en su reputación. –Ya era vieja y torpe.
El oficial lo miró con unos afilados, todo en ese hombre lo molestaba: su rostro demasiado redondo, sus ojos estrechos, su cabello alisado a la fuerza que contorneaba su cabeza como un gato muerto, sus labios grandes ocupando casi la mitad del rostro y la nariz demasiado pequeña en las proporciones de su rostro. Siempre había odiado a las personas feas.
-Es obvio que fue asesinada, alguien le cortó la garganta –Señaló tratando de ocultar su repulsión ante el hombre –Mientras se investiga esto se cierra la cocina.
El administrador intentó decirlo algo, pero el oficial ya iba lejos. Era necesario limpiar la reputación del hotel, no podía salir a la luz pública la noticia de un asesinato, sería terrible para la publicidad, especialmente ahora que se acercaban las vacaciones. Una idea se asomó en la mente del hombre: si arrojaba una copa piso y esta se rompía en medio –o al menos cerca del charco –de sangre, parecería que la vieja cocinera se había tropezado y se había desgarrado el cuello: medidas desesperadas y estúpidas para situaciones desesperadas y estúpidas.
La copa estalló en varios fragmentos que se dispersaron por la habitación, algunos cayendo sobre el cuerpo frio y rígido de la mujer. El sonido fue más fuerte de lo que había previsto, los pasos de la policía se acercaron corriendo y un repentino miedo lo asaltó: había modificado la escena de un crimen. Quiso salir corriendo pero sus zapatos de charol resbalaron en coagulo con forma de gota que reposaba a sus espaldas. Al tocar el piso, el cuello de la copa, que había quedado casi intacto se incrustó en su cuello, degollándolo casi al instante y generando una gran proyección de sangre sobre el techo, las paredes y los oficiales que acababan de entrar.
-Imbécil –Pensó el oficial mientras veía indiferente como  el hombre se ahogaba en su propia sangre –Alteró la escena, ahora será más difícil saber quien mato a la mujer.
Los cuerpos fueron sacados en bolsas negras por la puerta principal del hotel, rodeados de un gran equipo mediático que transmitía la información a nivel internacional. El chofer del auto se cubrió el rostro en todo momento y aceleró haciendo rugir el motor mientras una onda de olor a caucho quemado se esparcía por el lugar.

La muerte del administrador había sido una gran sorpresa, el conductor acarició un pedazo de vidrio lleno de sangre en su bolsillo. El acto torpe y descuidado del hombre le permitiría seguir jugando en las noches.

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