-La mataron, esto no puede ser accidente
–El arrugado policía de cabello cortó sentenció mientras se arrodillaba junto
al cuerpo que flotaba sobre un charco de sangre a medio coagular en la cocina
del hotel.
-¿Esta seguro? Pudo haberse caído y
golpearse la cabeza contra una esquina o caer sobre una copa rota o algo así –El
administrador proponía inviables escenarios que permitieran al lujoso edificio
seguir funcionando sin manchas en su reputación. –Ya era vieja y torpe.
El oficial lo miró con unos
afilados, todo en ese hombre lo molestaba: su rostro demasiado redondo, sus
ojos estrechos, su cabello alisado a la fuerza que contorneaba su cabeza como
un gato muerto, sus labios grandes ocupando casi la mitad del rostro y la nariz
demasiado pequeña en las proporciones de su rostro. Siempre había odiado a las
personas feas.
-Es obvio que fue asesinada, alguien
le cortó la garganta –Señaló tratando de ocultar su repulsión ante el hombre –Mientras
se investiga esto se cierra la cocina.
El administrador intentó decirlo
algo, pero el oficial ya iba lejos. Era necesario limpiar la reputación del
hotel, no podía salir a la luz pública la noticia de un asesinato, sería
terrible para la publicidad, especialmente ahora que se acercaban las vacaciones.
Una idea se asomó en la mente del hombre: si arrojaba una copa piso y esta se
rompía en medio –o al menos cerca del charco –de sangre, parecería que la vieja
cocinera se había tropezado y se había desgarrado el cuello: medidas
desesperadas y estúpidas para situaciones desesperadas y estúpidas.
La copa estalló en varios fragmentos
que se dispersaron por la habitación, algunos cayendo sobre el cuerpo frio y rígido
de la mujer. El sonido fue más fuerte de lo que había previsto, los pasos de la
policía se acercaron corriendo y un repentino miedo lo asaltó: había modificado
la escena de un crimen. Quiso salir corriendo pero sus zapatos de charol
resbalaron en coagulo con forma de gota que reposaba a sus espaldas. Al tocar
el piso, el cuello de la copa, que había quedado casi intacto se incrustó en su
cuello, degollándolo casi al instante y generando una gran proyección de sangre
sobre el techo, las paredes y los oficiales que acababan de entrar.
-Imbécil –Pensó el oficial mientras
veía indiferente como el hombre se
ahogaba en su propia sangre –Alteró la escena, ahora será más difícil saber
quien mato a la mujer.
Los cuerpos fueron sacados en bolsas
negras por la puerta principal del hotel, rodeados de un gran equipo mediático
que transmitía la información a nivel internacional. El chofer del auto se
cubrió el rostro en todo momento y aceleró haciendo rugir el motor mientras una
onda de olor a caucho quemado se esparcía por el lugar.
La muerte del administrador había
sido una gran sorpresa, el conductor acarició un pedazo de vidrio lleno de
sangre en su bolsillo. El acto torpe y descuidado del hombre le permitiría
seguir jugando en las noches.
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