viernes, 10 de octubre de 2014

Día 247: Avión.


El zumbido de los motores disminuía a medida que el avión se estacionaba en la pista de aterrizaje. Leonardo despertó lentamente en asiento, parece que todos los pasajeros habían abandonado el lugar, en el fondo del avión la tripulación charlaba alegremente y recogía sus maletas para descender. Leonardo se apresuró a salir, pero estaba atrapado por el cinturón de seguridad; sus dedos resbalaban y se ponían blancos mientras hacía presión por liberarse de la hebilla, pero ésta no se movía.
-¡Hey, sigo adentro! –Leonardo empezó a gritar con la esperanza de llamar la atención del personal –Mi cinturón se descompuso ¡Hey!
El silencio llenó el avión, las luces seguían encendidas y el aire acondicionado parecía ser más fuerte ahora. Ahora estaba en silencio, no soplaba el viento y su respiración no parecía ser mas que una gota en el océano; intentó, ahora con mas desesperación, desabrochar su cinturón, pero este no se movía. “No te preocupes” –Pensaba para si –“En algún momento verán que nadie reclama tu equipaje, o vendrá un encargado a limpiar el avión, o a hacer mantenimiento. No estarás aquí mucho tiempo”
Los minutos pasaron hasta transformarse en una larga hora, durante este tiempo se mordió las uñas, gritó otro poco y trató de escabullirse sin soltar el cinturón. Pero sus esfuerzos eran en vano, finalmente unas voces empezaron a salir de la parte trasera del avión. “Gracias a los cielos –Pensó aliviado –por fin”
-¿Cuánto dices que pagó el comprador? –Una voz gruesa resonó con curiosidad.
-Casi doce millones –Otra voz masculina contestó con indiferencia –No le veo la gracia, ¿si tanto quiere un corazón porque no lo busco en el mercado negro? Correríamos menos riesgos.
Leonardo tragó sonoramente, algo estaba mal y una oleada pánico le enfrió los pies.
-Se supone que lo quiere fresco, y no precisamente para un trasplante, lo necesita sin congelar –Las voces se acercaban lentamente como si Leonardo no pudiera escucharlos.
-¿Quieres decir que el tipo es como caníbal o algo así? –La primera voz sonaba interesada ahora.
-No sé, y francamente mientras no pague por mi, no me interesa –Ahora la voz sonaba justo a sus espaldas.
Un par de manos se posaron sobres sus hombres, Leonardo giró su cabeza: Dos hombres de color sostenían pistolas y le apuntaban a la cabeza.
-Vaya vaya vaya, mira lo que atrapó la araña en su red.  

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