miércoles, 10 de diciembre de 2014

Día 306: Balas.


A mi hermano le metieron seis balas en toda su vida. La primera fue hace doce años, cuando en medio de una protesta sindical, a un policía se le disparó el arma “Accidentalmente” según dice el informe del hecho. Frank pasó dos meses en el hospital y quedó con una cicatriz justo bajo la tetilla derecha.
La segunda se la metieron durante un robo hace diez años, el ladrón estaba tan nervioso que cuando mi hermano le pasó el reloj, el muchacho le disparo en el pie. Después de eso Frank no pudo volver a caminar sin arrastrar los dedos del pie.
La tercera y la cuarta le cayeron durante una visita a su novia –ahora su viuda – hace tres años; la pareja del piso de abajo peleaba por cuestiones de dinero y por una infidelidad que llevó a que el hombre del casa, diera dos disparos al aire para tratar de asustar a su compañera, sin tener en cuenta a los inquilinos de arriba. Las balas le arrancaron dos tercios del anular izquierdo y le rasgaron la axila.
Para ese entonces Frank ya tenía ganada la fama de ser un imán para las balas, era como si cualquier arma disparada en un radio de 50 metros apuntara hacía él. Por supuesto que esto nos aterraba, pero Frank lo encontraba divertido –no la parte del dolor y las mutilaciones, sólo la superstición –estaba convencido de que esto no iba a matarlo, era demasiado predecible.
La noche de su muerte, el canal de noticias para el que Frank trabajaba como reportero, lo envió a cubrir una revuelta en el penal de la ciudad. Mi madre estaba preocupada por su hijo, rodeado de balas a las que parecía atraer, yo personalmente no creía que lo fueran a matar en vivo –después de todo, es televisión –pero si me imaginaba con que otra cicatriz iba llegar.
El evento fue sorprendentemente agitado: cocteles molotov volaban al interior y desde el penal, los guardas disparaban nubes de gas pimienta y balas de caucho en un intento de contener a los presos. Y en medio de todo estaba Frank, lucía sin miedo, como si los disparos y las explosiones fueran parte de su vida diaria; supongo que en cierta manera lo eran.  Mi madre no se despegó un segundo del reportaje en vivo mientras frotaba compulsivamente la imagen de mi abuelo muerto y le susurraba que usara sus poderes otorgados durante la muerte en la guerra para proteger a mi hermano. En cuanto el reportaje terminó, Frank nos llamó: iba al estudio a hacer algún papeleo y regresaría a la casa para cenar, mi madre suspiro aliviada. Nunca más lo vimos.
El auto en el que iba fue envestido por un camión que se quedó sin frenos en una calle en bajada, el forense dijo que murió de manera instantánea. ¿Y las otras dos balas, se estarán preguntado? Bueno, a la noche siguiente sus compañeros del noticiero decidieron despedirse de él en vivo.
-Y de parte de todo el equipo del canal de noticias Friskho, nuestro sentido pésame a los amigos y familiares de Frank Mann, quien murió anoche tras recibir dos disparos camino a casa –Obviamente la reportera se equivocó, la fama de Frank con las balas la hicieron dudar. Decidimos nunca corregir eso, el mecanismo de la muerte de mi hermano no iba a traerlo de regreso, además no necesitábamos buscar a ningún asesino.

Así es, la quinta y la sexta bala se las metieron en el noticiero. 

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