lunes, 1 de diciembre de 2014

Día 300: Síndrome.

Y hoy, en honor al Día Mundial de la Lucha contra el Sida...



La naturaleza humana se pone a prueba constantemente, en un extraño proceso de selección natural, nuestras culturas y agremiaciones enfrentan diferentes retos a lo largo de los años. Pero lejos de probar nuestra capacidad de adaptación biológica, siempre es atacado nuestro sentido de especie, de comunidad.
Las enfermedades que han arrasado con la vida de innumerables seres humanos conllevan no sólo grandes avances farmacológicos y en el campo de la ciudad a nivel de tratamientos y procedimientos. Sin embargo son nuestras habilidades sociales las que fracasan estrepitosamente: asignamos enfermedades a determinadas etnias como propias, cualquiera que represente una ideología, raza, orientación o forma de pensamiento diferente es rápidamente catalogado como fuente inequívoca de enfermedad y pestilencia. Todos sus fluidos, sus excreciones, su propia presencia es letal, patógena y merecedora de alguna clase de aislamiento.
Cada nueva epidemia es la oportunidad de redescubrirnos como especie, de enfrentar una amenaza que no sea nosotros mismo. En la etapa álgida de los brotes es natural cuidarnos como especien ante la posibilidad de una extinción, sin embargo al pasar el tiempo los estiman continúan y lo que se enfrenta al declive es nuestra humanidad como tal: Se empieza poniendo tapabocas a los enfermos y se termina marcando una comunidad para siempre.
 

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