Aunque todo en mi diseño y mi biología está dispuesto para sentirme
parte de una comunidad, no puedo evitar sentirme como una extranjera. No sólo por
mi llegada como un trozo de vida envuelto en material criogénico; las reglas de
las conglomeraciones humanas me las sé de memoria y entiendo su funcionamiento.
Tal vez el hecho de no vivir con humanos en la nave puede significar un
problema, es decir, Sam ha intento enseñarme su modo de ver las reglas pero
tras varias visitas a la perrera mucho me temo que este asteroide no comparte
su visión del mundo.
Hélix por otro lado, representa toda una incógnita, no se comporta como
la mayoría de los robots ni como los humanos. No me disgusta su comportamiento,
es más bien un pequeño experimento al que observo con curiosidad esperando a
que estalle.
Lo que más ha requerido mi esfuerzo es el elevado número de robots en
este lugar, y su extraña manía de catalogarme como tan pronto como me ven.
Nuevamente no me siento molesta, estas inteligencias artificiales y yo
compartimos el mismo modelo neural, así que de cierto modo es como estar entre
los míos, aunque obviamente no compartimos las mismas necesidades y conocimientos.
Es cierto que en varios sentidos no estaba preparada para esta clase de
retos, pero he sido diseñada para adaptarme; aunque a medida que pasa el tiempo
empiezo a sospechar que nunca nadie podrá acostumbrarse a Sam.
Acabo de escuchar una explosión en la cocina, lo cual en esta nave sólo
puede significar dos cosas: O las palomitas de Hélix están listas o pasaré la
próxima semana reparando el reactor de la nave; incluso se abre la posibilidad
que todo lo anterior sea posible.
La oportunidad que se me ha brindado, de enfrentarse a lo improbable
y…lo inesperado por decirlo de alguna manera es algo que nunca pedí, pero sin
duda han hecho de esta mi mas emocionante aventura.
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