El cambio se dio tan rápidamente que fue casi imperceptible, pero claro,
esas cosas no pasan desapercibidas. Raine miraba aterrada la gruesa capa de
pelo blanco que extendía como una ola sobre su piel, algo en sus pantalones
presionaba rápidamente, causándole un cosquilleo en la base de la espalda que
se extendía hasta las rodillas.
Una ola de calor se extendía rápidamente desde la nuca y la parte
trasera de la mandíbula, instintivamente se llevó las manos –ahora a medio
camino de convertirse en garras –a la parte de superior de la cabeza. Se sorprendió
al encontrar un par de orejas que se movían rápidamente buscando los sonidos
ahora difusos en medio de su transformación. Fue una sorpresa también descubrir
lo sensibles que eran. Su campo visual empezó a encogerse rápidamente cuando un
hocico largo y blanco empezó a crecer desde su propio rostro, la nariz húmeda
se le enfriaba en la habitación en parte por la ventana abierta y en parte por
el miedo que crecía dentro de si.
La presión en su pantalón subió hasta que este se rasgó dejando salir
una cola esponjada se revoloteaba rápidamente tratando de estirarse. Rain
intentaba empujar estas nuevas extremidades dentro de su cuerpo de nuevo, sus
nuevas garras se enredaban el pelo que crecía precipitadamente. Lo único que se
extendía más rápido que su nuevo pelaje era el miedo que ardía como pólvora en
su pecho.
-¡Raine! –La voz sonaba asustada desde el otro lado de la puerta, los
golpes se hacían cada vez más fuertes y seguidos, como anunciado la entrada inminente
de su guardián –Hace mucho que no pruebas bocado ¿Estas bien?
Raine empujaba con más fuerza, pero sólo lograba lastimarse mientras
intentaba emplear una nueva técnica para revertir ese extraño cambio.
-Sí, estoy bien –Raine trató de sonar lo mas tranquila posible, pero no
lo logró –Es decir, no. Pero no entres es…contagioso.
Sabía que ahora tenía menos tiempo, necesitaba encontrar una solución rápida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario